[...]
- Sé que para nada era perfecto. Sé que cometí más errores de los que pueden ser perdonados. Pero te juro que no entiendo cómo ha podido acabar todo así, oliendo a podrido, a rancio.
- Es fácil: nunca intentes salvar a alguien que no quiere ser salvado. Corres el riesgo de hundirte con él. Esto me lo dijo alguien una vez y tenía razón.
'tequila'
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