22.6.09

Ele le da al pause.

Hola, me llamo Ele y soy adicta. Así fue como se presentó a si misma frente al espejo esa mañana, como si de una terápia en grupo se tratara. Su cuerpo empezaba a preocuparla -a su mente la había dado por perdida hacía meses- y ese día se despertó pensando que no se podía permitir mucho más tiempo en ese estado. Si continuaba así desaparecería y, para colmo, su jefe la echaría, que ya hacía demasiado tiempo que llegaba al trabajo con cara de haber dormido menos de dos horas. Pensó que la solución era ir a visitar a una psicóloga y que se encargara de sus problemas, que los envolviera en papel de regalo y los enviara a quien los quisiera; pero recordó que a duras penas le llegaba para pagar el alquiler. Fue entonces cuando, movida por su firme decisión, se levantó de la cama y se fue directa al baño, a conocerse. El reflejo que le devolvía el espejo era normal, algo más delgada y con las ojeras demasiado marcadas quizá, pero normal al fin y al cabo, no había signos visibles de su enfermedad. Ele era así, hermética y bella.

Se metió en la ducha con Marilyn Manson sonando a todo volumen y empezó a chillar lo más fuerte que pudo, sentía que las cuerdas vocales se le desgarraban, pero ella seguía y seguía, hasta que no pudo más. Se pasó media hora bajo el chorro de agua hirviendo esperando que con eso se desvanecieran todos los restos de Jota que seguían torturándola noche y día. Cada vez que pensaba en él se le revolvía el estómago y le acechaban unas náuseas difíciles de controlar. Hacía sólo un par de días que se vieron y, como siempre, todo fue perfecto. Eso era lo peor, pensar que la perfección la destrozaba. Solía pensar que era una afortunada por tener una relación como aquella, una relación dinámica y absurda. Nunca dejó de sentir vértigo al pensar en Jota y eso le parecía magnífico. La rutina para los demás, pensaba. Pero esa vez se cansó de estar subida en la montaña rusa, necesitaba un descanso, tocar tierra firme; empezó a marearse. Fue en ese momentó en el que se dio cuenta de que debía tomar una decisión.

Salió de la ducha y se secó con la toalla verde, esa que Jota detestaba por ser demasiado áspera.

1 comentario:

  1. llegeix-te "El silencio de los números primos"
    crec que et pot agradar

    irene

    ResponderEliminar